CAMINOS DE MI VIDA
Anduve algún día por aquel camino de espinas enredadas. Espinas de amor, espinas de odio. Anduve yo por aquel camino de espinas. Malditas espinas, espinas del éxito y la fama. Anduve yo por aquel camino de espinas. Espinas asesinas, espinas de amor. Anduve yo por aquel camino de espinas. Espinas de impotencia, espinas de odio, espinas de rabia, espinas que desgarran el alma. Anduve yo por aquel camino de espinas, aquellas que bajo un cielo perfecto se ocultan, espinas de alguien que tras su simpatía las oculta, espinas inocentes, etc.
Anduve yo por aquel mar de lágrimas. Lágrimas de impotencia, lágrimas de miedo. Anduve yo por aquel mar de lágrimas. Lágrimas de soledad, lágrimas de anhelo de una mano que estrechase la mía. Anduve yo ese mar de lágrimas. Lágrimas que tras un rostro sonriente se ocultan, apagando poco a poco a un triste condenado. Anduve yo por ese camino de cuerdas. Cuerdas que te enredan, cuerdas de una adicción. Anduve yo por ese camino de cuerdas. Cuerdas que te traban, cuerdas que te separan del mundo. Anduve yo por ese camino de cuerdas. Cuerdas que te ahogan, cuerdas que te dominan. Anduve yo por ese camino de cuerdas. Cuerdas de una guitarra que llora al compás de su inútil dueño.
Volé yo por aquel cielo. Cielo de la infancia, cielo de la compañía. Volé yo por aquel cielo. Cielo del amor, cielo del pasado. Volé yo por aquel cielo. Cielo de la naturaleza, cielo de mis perros. Vuelo yo por aquel cielo. Cielo de la música, cielo de la inspiración, cielo del agradecimiento, cielo del cariño, cielo de una felicidad eterna y sostenible.
Eduardo Bertolín Esquius
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